lunes, 6 de febrero de 2012

Guerra Aérea en la Primera Guerra Mundial.

Inicialmente durante la guerra, ambos bandos hicieron uso de globos atados a tierra y de aviones para labores de observación, es decir para la recogida de información y para dirigir el fuego de la artillería. El deseo de prevenir la observación enemiga condujo a los pilotos de los aviones a atacar a otros aviones y a los globos, inicialmente con armas pequeñas que se llevaban en la cabina (incluso se utilizaron hasta ladrillos), pero debido a la tecnología de la época los pilotos no podían tener ametralladoras apuntando hacia adelante. Entonces los Alemanes desarrollaron el Mecanismo de Interrupción, que trabajaba parando la ametralladora cada vez que la hélice estaba en frente de los cañones. Eventualmente los Aliados fueron capaces de capturar un caza Alemán con el Mecanismo de Interrupción y mediante ingeniería inversa, copiarlo, conduciendo al nacimiento de los combates aéreos. Desafortunadamente no había ni tácticas ni reglas que seguir en las peleas de perros, así que muchos pilotos fueron al combate a través de la prueba y el error. Eventualmente el as Alemán Oswald Boelcke creó el Dictado de Boelcke, que contenía las ocho reglas de las peleas de perros. Las peleas de perros ocurrían cuando los aviones luchaban uno contra otro a distancias cortas, conduciendo al desarrollo de las maniobras tácticas. Ambos bandos también hicieron uso de los aviones para bombardear, ataques a tierra en vuelo rasante y para echar propaganda. El ejército Alemán hizo uso de Zepelinesy, más tarde, de bombarderos como el Gotha, para arrojar bombas sobre Gran Bretaña.
Al final de la guerra, los aviones se habían especializado en bombarderos, cazas y aviones de observación.


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